De la nota en clase “Los indicios
de una realidad son poderosos porque evocan dicha realidad más que la realidad
por sí misma”.
Nos dirigimos a una realidad inmediata,
es decir, sin medios, sin mediación. El otro día discutía con un conocido sobre
viñetas, me decía que no solía entenderlas. Estuvimos consultando algunas
ilustraciones y, al pararse a descifrar una más de tres segundos, la entendió.
Yo le decía que el visual es otro lenguaje y que, aunque es sencillo, requiere
aprenderse. Nos reímos de que, a pesar de estar saturados de imágenes, no nos
supone un reto comprender ninguna. Fast food. La gente suele descartar las
imágenes que suponen esfuerzo.
Si hacemos un breve repaso de los
medios de comunicación (o del entretenimiento) de masas podemos caer en la
cuenta de cuánto perdemos a medida que ganamos. Dar el paso de la experiencia
real a la experiencia imaginaria es cada vez más fácil, o requiere menos
esfuerzo, que no siempre es lo mismo. Para estar en la Nueva Orleans de La Conjura de los Necios es necesario
imaginar, hacer el esfuerzo de oler y escuchar, incluso doblar a los personajes
que aparecen dentro de tu cabeza. No requiere tanto trabajo visitar la Nueva
York de Annie Hall, está ahí, a través de la cámara de
Woody Allen podemos colocar las piezas lo suficientemente bien para absorber la
experiencia de recorrer sus calles. Ya ni hablemos de la Florencia de Assasin’s Creed II. A día de hoy, para
visitar París no es necesario coger un avión y consultar hospedajes, hay
numerosas cuentas en redes sociales que te muestran desde su POV cómo es desayunar, salir, leer,
comprar en la capital francesa como en cualquier otra ciudad mientras resuelven
las dudas del resto de usuarios. En el futuro hablaremos del metaverso.
Hace unos años, con la salida del
remake de Final Fantasy VII me preguntaba preocupado si mantendrían la parte
de Mercado Muro. En ese momento del juego, en resumidas cuentas, tu personaje
tenía que travestirse de la manera más erótica posible para convencer a un
proxeneta de que lo prostituyera. Esto, que podía ser gracioso en los 90 (y
ahora), tenía cabida dado el nivel gráfico del juego. Este estilo poligonal conocido
como superdeformed, permitía cierta
comicidad y alivio del tono en todo tipo de contextos dentro del juego. Con la
llegada del remake en 2020 y la
consecuente “mejora” gráfica a un estilo mucho más realista, lo que antes era
tierno ahora parecía ridículo.
Comentando esta preocupación con
mi hermano llegamos a la conclusión de que los juegos estaban perdiendo “literariedad”.
En el juego original de 1997 era el jugador quien ponía las voces mientras leía
cuadros de texto, incluso quien imaginaba los planos de cámara de cada conversación
y mejoraba en su mente cada animación de combate. Debido a las limitaciones
técnicas, era un espacio para seguir imaginando. En la nueva versión no te cabe
duda: lo que ves es todo lo que hay. De este modo, que podría extenderse a cada
juego que aboga por el efectismo antes que por la evocación, queda constatado
que dentro del propio videojuego existe una inmediación latente.
Internet, en su función de
extensión tecnológica del entretenimiento, suele responder a esta demanda de
contenido fácilmente digerible. Desconozco las consecuencias reales de esto o
de si es un fenómeno más allá de mi imaginación y lo visto en clase pero me temo que soy de la generación que dejó de leer ciencia ficción cuando empezó a vivir en un mundo de ciencia ficción. Creo que somos
unos soñadores pero internet es un sitio que induce al sueño.
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